Escoger nuestra fecha de boda es el primer paso y el más importante dentro de los preparativos nupciales. La estación del año en la que celebremos el enlace determinará muchos aspectos fundamentales como por ejemplo, el estilo de la decoración o el tipo de traje de novio que debemos escoger para adaptarnos a la climatología y al momento. Pero, ¿existe una época mejor que otra para sellar nuestro amor? En el siguiente post, te hablamos de las ventajas y los inconvenientes de cada momento del año, así como los principales factores que la mayoría de parejas tienen en cuenta a la hora de fijar su fecha matrimonial.
Cada estación del año tiene su encanto especial. Sus colores, sus aromas… todas ellas son únicas e irrepetibles, pero a la hora de escoger la mejor de ellas para celebrar nuestra boda, es normal que pongamos sobre la mesa los pros y los contras que cada una nos puede aportar. Para decidir nuestra fecha ideal, solemos tener en cuenta varios factores, siendo el clima uno de los más valorados y con más peso para decantar la balanza. La lluvia es algo que toda pareja quiere evitar a toda costa en su gran día, por ello, los meses más cálidos suelen ser los preferidos, aunque ya sabemos que el tiempo nunca está 100% bajo control. Por ello, si lo que nos preocupa es la posibilidad de que llueva, la solución siempre será escoger un espacio que permita estar a cubierta sin perder el encanto de la celebración.
El verano, concretamente los meses de julio y septiembre, son los preferidos por la mayoría de parejas, precisamente por las temperaturas y el buen tiempo, que permiten casi siempre celebrar tanto la ceremonia como el banquete en el exterior. Los amantes de las bodas en la playa, que sueñen con casarse descalzos o completar su reportaje fotográfico a la orilla del mar, serán fieles candidatos a escoger esta estación. Es perfecta para cenas al aire libre con interminables mesas y románticas guirnaldas, un castillo de fuegos artificiales y bailes que se alargan hasta el amanecer. Lo cierto es que, con el buen tiempo, nuestro humor y nuestras ganas de celebrar relucen como nunca. ¿Por qué será?
La primavera es también una época muy cotizada, sobre todo por el encanto que esta estación aporta, dejando atrás los meses invernales y añadiendo al calendario y a los días un poquito más de luz. En primavera abundan las flores, aportando infinidad de posibilidades a la decoración, con colores mágicos y aromas inigualables. La luz del atardecer nos regala momentos únicos para capturar fotografías increíbles. Es una fecha perfecta para el amor, de ahí que sea una de nuestras preferidas. Y aunque puede que la lluvia haga acto de presencia, el clima cálido de mayo ayudará a compensar la situación.
En otoño, el romanticismo se percibe a flor de piel. Es una época de renovación, de dejar atrás las hojas viejas para estrenar etapas y construir nuevos sueños. El número de bodas en otoño suele decaer, pero las que se celebran pueden disfrutar de una estación tranquila y apacible, sin estridencias climatológicas ni aglomeraciones. Una estación con preciosos atardeceres, con calas, dalias, crisantemos y rosas, las flores del compromiso, la fidelidad y el amor, que pueden decorar una preciosa boda de día al aire libre, aprovechando el clima templado y equilibrado de octubre. ¡Las posibilidades son infinitas!
Por último, hablemos del invierno. Una estación poco solicitada por las parejas, pero no por ello menos mágica y especial. Las bodas de invierno tienen un encanto irrepetible, a la altura de esta época del año. ¿Por qué no casarse en Navidad? Una boda en pleno diciembre puede tener el valor añadido que esta celebración trae consigo. Un ambiente de pura ilusión, familiar y cálido como ningún otro. Una boda íntima, una ceremonia cargada de tradición, un reportaje fotográfico con la nieve como telón de fondo y una decoración con flores de algodón, muérdago rojo y toneladas de luz. Suena bien, ¿verdad?
Entonces, ¿existe realmente una época perfecta o mejor que las demás para casarse? Definitivamente todas ellas tienen sus pros y sus contras, así que el mejor momento para dar el “sí quiero” será siempre el que mayor simbolismo tenga para vosotros dos. Puede ser el día que os conocisteis, vuestra primera cita o simplemente una fecha que os apetezca por igual a ambos, independientemente del calendario. Cada fecha, cada mes, cada estación, tendrán siempre algo especial, si así lo sentís como pareja. Por ello, guiaros siempre por lo que os dicte el corazón. El resto, simplemente sucederá.
